El pasado lunes defendía mi tesis. Al finalizar, un miembro del Tribunal, Susana Herrera, me preguntó:
- ¿Qué cree que ha aprendido con su tesis?
Los nervios y la emoción del momento no me permitieron decir lo que realmente sentía, pero llevo dándole vueltas estos días.
Con una tesis se aprende, efectivamente, a investigar, a darte cuenta de que hay muchos autores que saben mucho más que tú, que tienen un dominio del lenguaje académico que parece inalcanzable. Con el tiempo, todo eso se supera porque la propia escritura del texto, la meditación y el análisis, te van ofreciendo seguridad.
Lo que sí sé es que una tesis es un gran esfuerzo que tiene un final satisfactorio y que me ha enseñado a crecer como persona:
- Con dedicación todo se puede conseguir. Trabajar dentro y fuera de la Universidad, dedicarse a la familia y sobre todo a las hijas… puede resultar a veces una mezcla explosiva. Tiempo, horas, veranos a los que no veía fin…Cuando uno inicia la investigación, todo le resulta nuevo, sorprendente, no deja de tomar notas. Con el tiempo, esta novedad se vuelve turbia y el encontrar la información o los datos necesarios, se ralentiza. Son tiempos a los que hay que dar un valor relativo para avanzar.
- Es una montaña rusa con ritmo vertiginoso y parones soporíferos. Días en los que la escritura parece compulsiva y días en los que una no es capaz ni de escribir un párrafo. La tesis precisa de una reflexión, de un tiempo de barbecho antes de decidir por dónde seguir.
- En el mundo académico existen personas que te prestan su tiempo sin pedir nada a cambio. Es cierto que existe una competencia malsana en la Universidad, como en todas las profesiones o áreas de trabajo, pero la tesis me ha permitido conocer profesores que me han prestado su tiempo, tardes de trabajo, a cambio del significado de compañerismo.
- Se aprende, y mucho, de los alumnos. El ser profesora durante estos años me ha estimulado en mi reciclaje profesional, me hace estar al día en todo lo referente a la comunicación y me permite compartir con los alumnos todo lo que vamos aprendiendo juntos.
- Un tutor es un acompañante. Escoger un tutor que te acompañe durante los años de doctorando es fundamental. He tenido la suerte de contar con el apoyo de una amiga, Marga Cabrera, quien siempre me ha animado a seguir adelante, que tenía las palabras adecuadas en los vericuetos arduos de las paradas «teseras». A ella se unió Vicent G. Chornet, metódico, afable y siempre muy constructivo.
Una tesis doctoral son meses de trabajo, años de fines de semana intensos en los que intentas llegar a todo, pero al acabar y redactar los agradecimientos, me percaté de lo mejor de este trabajo. Las dos páginas que tenía, no me eran suficientes para nombrar y hablar a todas aquellas personas que, directa o indirectamente, me han ayudado y apoyado en este proceso. La tesis me ha permitido aprender a aprender pero también ser consciente de la suerte que tengo por la gente que me rodea.